domingo, 29 de enero de 2012

Amos del mundo


Todo escritor de ciencia-ficción es un genio megalomaníaco frustrado, un niño que se resiste a crecer, aferrado a una rabieta de alcance cósmico... El escritor levanta su futuro de bolsillo con un punto de resentimiento, consciente o no de no estar haciendo más que prolongar sobre el papel la actitud que la vida real ya no le permite: la dulce posesión del mundo (la confusión entre el mundo real y el mundo en mi cabeza), su sometimiento a los más mínimos caprichos del escritor-niño, que sólo se da (y luego tanto se extraña) en la más dorada infancia...

sábado, 28 de enero de 2012

Elogio (proletario) de la pereza


El trabajo: la excusa perfecta para seguir postergando todo lo que realmente (¿realmente?) querría hacer, manteniéndolo a la dulce distancia de lo potencial desde donde sigue inspirando (¿sigue inspirando?) mis sueños, creando una agradable ilusión de tiempo detenido y haciéndome sentir (¿haciéndome sentir?) inmortal... Mientras no me manche las manos con la materia (real) de mis(evanescentes) ilusiones, éstas seguirán brillando (¿seguirán brillando?) como la primera vez que mi alma las alumbró (y de fondo, inspirando todas las preguntas, dando cuerpo a todos los paréntesis -existenciales y tipográficos-, riéndose a carcajadas de mi ingenuidad, el demonio del Tiempo...)


...una transfusión de pasado


Busco un amor que me haga...

domingo, 22 de enero de 2012

País de nadie


Imaginen un país del que todos sus habitantes fueran extranjeros; un país sin nacionales, sin nativos ni lugareños, habitado únicamente por personas venidas de otras partes lejanas, múltiples, diversas, irrelevantes... ¿Un país erigido en monumento a la multiculturalidad? Nada de eso, pues todo atisbo de identidad cultural, al llegar, desaparecería como si nunca hubiera existido, quedando requisado en aduana por los agentes más meticulosos e implacables que se pudiera imaginar: auténticos amputadores de pasado, que gustosamente eliminarían del equipaje de la memoria todo atisbo de recuerdos personales que pudieran entorpecer la necesaria -imposible- adaptación del viajero -quien desconocería haber emprendido un viaje sólo de ida- en su nuevo y definitivo destino...

¿Qué quedaría de uno al salir del aeropuerto, la estación de ferrocarril, el puerto marítimo, y asomarse a las calles que pronto serían -que nunca serían- suyas? Sólo futuro; un futuro indistinto, nebuloso, de habitante anónimo entre la anónima multitud, incapaz de reconocerse en nada ni nadie (o reconociéndose fatalmente en el vacío vidrioso de todas las miradas a su alrededor), de vincularse a nada de cuanto desfilara ante sus ojos, de hacer otra cosa que caminar un suelo que siempre le parecería frío y hostil, del que nunca brotarían amorosos zarcillos para atarlo y decirle quién es, qué debe pensar o sentir, qué puede aspirar a conseguir... Caminando entre imágenes de la felicidad de otros (¡pero esos otros no habrían existido nunca!), edificios erigidos para albergarlos (pero que ahora sólo lo albergarían a uno, y a la multitud igualmente confusa de la que sólo con dificultad se desgajaría), árboles plantados para hacerles el aire más respirable (de cuyos beneficios uno sólo disfrutaría culposamente, usurpador de la arcilla moldeada por un dios distante e indiferente para albergar a unos indefinidos otros...)

Mi país...


Elogio (tardío) de la lectura


Se lee, también, hacia los demás; leer un libro (paradigma de la actividad solitaria, onanista) puede ser un no tan paradójico acto de comunicación, y no sólo, como se suele considerar, con el autor de la obra (como a los autores pomposamente les -¿nos?- gusta decir), sino también con esa multitud, anónima o no, a la que uno pertenece (a la que pertenece más, o de manera más creativa o rica o profunda o generosa, gracias al acto de la lectura)... No se trata sólo de compartir los resultados (contagiarnos unos a otros la deleitable infección de esta o aquella lectura afortunada), sino de construir invisiblemente un mundo más habitable (me resisto a decir "mejor"), enriquecido por las pequeñas iluminaciones que la lectura deje en cada uno, repoblado de posibilidades por la semilla que las ficciones dejan siempre en la mirada, y que florece al paso haciendo crecer aquí y allá tantas cosas extraordinarias... Leer ensancha el ánimo, hace brotar insospechadas reservas de generosidad, anima a participar en el mundo; al cabo de la lectura somos (ahora sí) mejores que nosotros mismos, y sólo hace falta para ello abrir un libro...

miércoles, 18 de enero de 2012

Como si...

"Todo lo que tengo es este momento"; y al instante la meta, ese falso, eterno mito al final de todos los empeños, desvaneciéndose como si no hubiera existido nunca, y el paso enlenteciéndose como si nunca se hubiera dirigido a lugar alguno, como si la vida fuera apenas un lento, ocioso vagabundear a ninguna parte... Como si.

martes, 3 de enero de 2012

Contrapunto


Qué injusto que la vida no sea nunca tan bella ni reluzca tanto como cuando, tras sufrir una pérdida dolorosa o ejercer una heroica renuncia, "sólo nos queda todo lo demás: el resto del mundo".

Secuestro (Deseo, 17)

Tras soñar con la mujer (que, con implacable lógica onírica, cambiaba de rostro tomando alternativamente el de una u otra de las mujeres que habían ocupado su pensamiento más reciente), sintió que ya no necesitaba a la mujer real (a ninguna de ellas); al fin, tras tanto pataleo, tanto empeño estéril, había conseguido llevárselas a todas -en su propia y onírica versión del rapto del serrallo- al reino del que él, o su subconsciente, era amo absoluto...