miércoles, 21 de marzo de 2012

Rescoldos (Tristeza, 2)

Curioso constatar que la tristeza se ha convertido con el correr del tiempo en un lujo; algo que durante tanto tiempo fue un "producto" de primera necesidad (como tantas otras cosas preciosas que se han descabalgado o desvanecido a lo largo del camino; como la necesidad de ser otro, o la aspiración a vivir en cualquier otra ciudad, o la pretensión de que todo tuviera que pasar por la belleza, o...) ha quedado reducido a poco más que un atisbo ocasional invocado caprichosamente por ésta o aquella minucia al paso; una tristeza "placebo", chiquita, de punta roma, que conserva poco o nada de la gloria de antiguas tristezas que se le clavaban a uno en lo más hondo y lo desangraban sin piedad, no hace tanto tiempo... 

¿Se puede domesticar la tristeza? En caso afirmativo, ¿deberíamos hacerlo? ¿No será la tristeza una especie en vías de extinción? ¿No estará sometida, como todas las demás pasiones, al dictado de la edad?

Y, sobre todo: si perdemos la tristeza, ¿qué nos queda?



domingo, 18 de marzo de 2012

Fight club


Curioso desear, a veces, algo tan inusitado como recibir un buen (y nada metafórico) puñetazo; algo a lo que uno se hiciera acreedor implicándose profunda, visceralmente (y no mediante blandos acercamientos sobre el papel, escritura apenas que roce sin riesgo ni esperanza lo deseado) en aquellas historias de las que uno querría ser más que un observador entre las sombras, a veces un torpe actuante que al menor revés (siempre verbal, nunca propinado a la cara) sale de escena pidiendo disculpas, como si nunca hubiera estado ahí, como si nunca el deseo le hubiera atraido a terrenos prohibidos, vedados a su cobardía...

Un puñetazo, sí, que lo hiciera a uno de carne (magullada) y hueso (fracturado), que lo inscribiera firmemente en la carnalidad de las cosas, allí donde se fraguan los placeres y los riesgos reales, aquellos que afectan a personas y no a personajes... Un sacudir de las solapas a quien vive ensimismado en sus ensoñaciones, para traerlo de vuelta a aquel mundo hecho de cosas físicas y bien definidas que habitó en la infancia y perdió después, para decirle algo así como "bienvenido de nuevo a la vida"...

¿Alguien se ofrece?...



lunes, 12 de marzo de 2012

Tristeza

Curioso pensar, frente a la mujer de siempre, que la tristeza no es el puente que un día imaginé me permitiría cruzar a su orilla, ni el lenguaje común con el que una vez juntos, románticos incurables, construiríamos un lugar en el mundo más bello y significativo... Curioso descubrirse uno mismo, en cambio, torpe, inhábil para la tristeza ajena, desprovisto de palabras con las que abrazarla; cómplice al cabo del silencio embarazoso con que correr un velo de apariencias sobre una efusión que nunca llegará a producirse, unas lágrimas que no llegarán a derramarse...

Cuesta sostenerle la mirada a una tristeza tan cercana, se aprenderá entonces, recordando con nostalgia anticipada aquellas tristezas librescas que sólo servían para acercarse -para pensar en acercarse- a tantas bellas desconocidas entrevistas al paso, a las que era inevitable imaginar un peso casi dulce en el alma, una suave pena bailando en la comisura de los labios...