Una colección de minúsculos extrañamientos, epifanías de bolsillo, miradas al paso con las que el pensamiento avanza, quizá a ninguna parte, encerrado en el laberinto interior de una polisemia: curioso pensar, este pensar curioso...
domingo, 24 de junio de 2012
El viajero indolente (Viajar, 21)
Viajar para desaparecer. El viaje como un fragmento de nada, apenas obstaculizada por la laxa obligación de elegir -en el vagabundeo goloso hacia ninguna parte que es la única brújula del caminar- entre seguir calle adelante o girar en la siguiente esquina; ingresar, a la hora puntual de las comidas, a este o aquel restaurante de nacionalidad más o menos exótica; pedir una u otra especialidad de café, en las largas tardes de la ciudad visitada, para acompañar la lenta escritura junto a la ventana... Qué maravilla no ser, no pronunciarse más que en esas decisiones nimias que pese a todo, a menudo, suponen un esfuerzo excesivo, casi inasumible para una voluntad desfalleciente, acostumbrada a fluir sin resistencia por una vida sobre raíles, en plena y gozosa dejación de funciones...
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