La vida: una narración polifónica en la que nuestra voz es sólo una voz, a veces ni siquiera la voz cantante (la voz contante) a la hora de narrar la vida y andanzas de uno... Curioso desear, a veces, poder apagar el resto de voces, desoírlas al menos y regresar a la narración en solitario en la que nadie más que uno puede arrogarse el derecho de hablar, de contarse a uno mismo y contar el mundo... Esa narración ensimismada conservará las esperanzas que aún se tengan en una vida mejor, no contaminada por las decepciones, propias o ajenas, que contiene el diario tumulto de voces en el que a uno, a menudo, tanto le cuesta escucharse a sí mismo...
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