domingo, 24 de junio de 2012

El viajero ballardiano (Viajar, 22)

Sorprenderse, en la morosidad de las tardes interminables en la ciudad extranjera, extrañando el ajetreo de los aeropuertos; como si la competencia como viajero se definiera mejor en el trámite burocrático de los traslados -esa prueba de habilidad y resistencia que consiste en alternar transportes de todo tipo con esperas extenuantes- que en el propio cuerpo del viaje, tantas horas en suelo ajeno que la imaginación y el hastío y la nostalgia y la indiferencia pugnarán por llenar -o vaciar- de contenido...

Viajero ballardiano, aquel que sabe que el viaje es ante todo desplazamiento, y el resto, apenas, un trámite engorroso entre la ida y la vuelta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario