domingo, 22 de enero de 2012

Elogio (tardío) de la lectura


Se lee, también, hacia los demás; leer un libro (paradigma de la actividad solitaria, onanista) puede ser un no tan paradójico acto de comunicación, y no sólo, como se suele considerar, con el autor de la obra (como a los autores pomposamente les -¿nos?- gusta decir), sino también con esa multitud, anónima o no, a la que uno pertenece (a la que pertenece más, o de manera más creativa o rica o profunda o generosa, gracias al acto de la lectura)... No se trata sólo de compartir los resultados (contagiarnos unos a otros la deleitable infección de esta o aquella lectura afortunada), sino de construir invisiblemente un mundo más habitable (me resisto a decir "mejor"), enriquecido por las pequeñas iluminaciones que la lectura deje en cada uno, repoblado de posibilidades por la semilla que las ficciones dejan siempre en la mirada, y que florece al paso haciendo crecer aquí y allá tantas cosas extraordinarias... Leer ensancha el ánimo, hace brotar insospechadas reservas de generosidad, anima a participar en el mundo; al cabo de la lectura somos (ahora sí) mejores que nosotros mismos, y sólo hace falta para ello abrir un libro...

4 comentarios:

  1. ...Aunque, todo hay que decirlo, dudo mucho que el libro de la imagen despierte en nadie otra cosa que el deseo de cerrarlo...

    ResponderEliminar
  2. Bueno, podríamos cerrarlo de golpe para hacer estallar las gafas, y de paso con ellas (más difícil) el sistema financiero actual (¿hay otro?) que parece sustentar esas páginas.

    En cualquier caso, imagen aparte, yo venía a decir que me ha encantado esta entrada :D

    ResponderEliminar
  3. Ah, sí? Yo tengo mis dudas, la veo demasiado progre/ñoña, demasiado "constructiva" y buenrrollista... Vamos, poco mía ;P

    ResponderEliminar