domingo, 29 de enero de 2012

Amos del mundo


Todo escritor de ciencia-ficción es un genio megalomaníaco frustrado, un niño que se resiste a crecer, aferrado a una rabieta de alcance cósmico... El escritor levanta su futuro de bolsillo con un punto de resentimiento, consciente o no de no estar haciendo más que prolongar sobre el papel la actitud que la vida real ya no le permite: la dulce posesión del mundo (la confusión entre el mundo real y el mundo en mi cabeza), su sometimiento a los más mínimos caprichos del escritor-niño, que sólo se da (y luego tanto se extraña) en la más dorada infancia...

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