sábado, 28 de enero de 2012

Elogio (proletario) de la pereza


El trabajo: la excusa perfecta para seguir postergando todo lo que realmente (¿realmente?) querría hacer, manteniéndolo a la dulce distancia de lo potencial desde donde sigue inspirando (¿sigue inspirando?) mis sueños, creando una agradable ilusión de tiempo detenido y haciéndome sentir (¿haciéndome sentir?) inmortal... Mientras no me manche las manos con la materia (real) de mis(evanescentes) ilusiones, éstas seguirán brillando (¿seguirán brillando?) como la primera vez que mi alma las alumbró (y de fondo, inspirando todas las preguntas, dando cuerpo a todos los paréntesis -existenciales y tipográficos-, riéndose a carcajadas de mi ingenuidad, el demonio del Tiempo...)


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