
Corporeizarse para ofrecerle un cuerpo a ella (que dulcemente enredar al de ella); uno que no se desvanezca a la primera contrariedad, que tenga el suficiente peso (en el mundo) para no echarse a volar a la menor ráfaga de viento; que transcurra en cambio sólidamente a ras de tierra, dejándose enredar aquí y allá por los zarcillos de una vida estable y definida junto a alguien...
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