miércoles, 9 de febrero de 2011

El arte de la huida


¿La literatura, hoja de ruta para la realidad? Curioso pensar, curioso darme cuenta de que, con el tiempo, me voy acercando -¿peligrosamente?- a asumir los perfiles de uno de mis personajes no escritos: aquel que, hastiado de su vida previa, decide huir y convertir su huida en arte, nacido para permitirme a mí disfrutar -por personaje interpuesto- de una evasión civilizada y cortés, sin consecuencias más allá del ámbito estricto de la hoja en blanco. Curioso sentirme ahora, en cambio, preparado para vestir al fin su piel de tinta, en una literatura verité en la que al acto real le sucedería (o le precedería) inmediatamente su correlato literario; seguiría, así, los pasos del personaje, remedaría sus gestos y recitaría sus palabras, olvidaría sus olvidos y pondría a prueba sus subterfugios... intentando descubrir, sobre la vida y sobre el papel, si, al cabo de todo ello, espera el incierto paraíso que un día soñé. Unas pocas páginas me separan apenas de ese brumoso desconocido (al que ya le voy inventando gestos y miradas); las que median entre la decisión de la huida y el día en que se irrumpe en la ciudad nueva, huérfano de pasado y con un cuaderno en blanco por todo futuro...

(De momento, por si acaso, ir borrando mis huellas...)

5 comentarios:

  1. ¿Qué, te vienes a Madrid? No sé si te lo recomiendo: como diría Tom Waits vía Vila-Matas, "ya no cabe nadie más".

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  2. No, más bien imagino irrumpir en una pequeña ciudad de provincias perdida en la meseta, con un clima más favorable (o sea, frío todo el año)y gentes secas y nobles que no le pregunten a nadie por su pasado...

    (Madrid sería perfecta si no tuviera ya fuertes vínculos con un par de "madrileños" ilustres ;-P)

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  3. Mmmmm.... No me tientes ;-P

    Fuera de coñas, tengo buenos recuerdos de Guadalajara... ¿Cómo era el himno aquel...? "Alcarreños, sois fuertes y nobles"... ;-)

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  4. "Alcarreños, sois nobles y fieros, y hacéis gala del temple español..."

    La verdad es que con himnos así, a uno le entran ganas de desjarretar sarracenos (obsérvese la aliteración).

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