“La hojarasca de mesa de café” (Onetti). Descubrirse íntimamente impostor, más afecto a los aledaños de la literatura que a la literatura misma, desprovisto de la determinación necesaria para penetrarla hondamente, para vivir por y para ella. Un personaje de novela coral, quizá, un sabio y cínico comediante que permaneció en esta orilla de las ilusiones para recibir con una sonrisa a los demás cuando el oleaje los arrastrara de vuelta, como él siempre supo que pasaría, incluso en aquellas ya lejanas conversaciones incendiadas de ideas que duraban toda la madrugada… El modelo, una vez más, el Onetti de "Bienvenido, Bob": No sé si tiene usted treinta o cuarenta años, no importa. Pero usted es un hombre hecho, es decir deshecho, como todos los hombres a su edad cuando no son extraordinarios"...
No quisiera resultar cáustico, pero al menos Onetti fue escritor (y de los grandes).
ResponderEliminarHasta la vista, Bob ;)
Hablo de un personaje de otra de esas novelas que nunca escribiré, "Gente haciendo cosas"; venía a ser una especie de trasunto de Luismi (espero que no lea esto), en el sentido de que era el primero en abandonar (quizá prematuramente) el camino iniciado en grupo, ante el pasmo de los demás (y cierta sensación de traición)... Quería dotarlo, como muestra la entrada, de un punto de sabiduría cínica (sí, muy a lo Onetti), desde la cual esperaría la progresiva asunción de la derrota por parte de los demás miembros del grupo, más ingenuos y entusiastas... Sería una especie de "Diez años después".
ResponderEliminarJo, también me están entrando unas ganas locas de escribir esto...