Tantos tesoros quedan aún por descubrir, justificando a pesar de todo la esperanza: el que, radiante, se esconde más allá del breve escote que permite atisbar un terreno de piel exquisitamente nívea, que viste a una mujer de dulzura añeja y regusto a mujeres de la infancia (a aquellas suaves, cándidas muchachas vivas aún en el recuerdo, que uno imaginaba enamorar en los primeros despertares de la adolescencia); o el del deseo persistente, tan fácilmente renovado por una mujer tenazmente esquiva, pero cuya negativa siempre tuvo un sabor a desafío, a invitación a persistir y hallar el camino correcto hacia ella, de vez en cuando iluminado por la promesa de una mirada sutilmente aprobatoria... Tesoros del día a día, su presencia da brillo a una realidad gastada por la rutina, mostrando fugazmente el atisbo de tantos caminos al margen: el que se emprendería extasiado sobre el terreno de nieve de una piel inmaculada, sin miedo a encontrar o repetir las huellas de ninguna expedición previa; o aquel en el que uno sería capaz de sostenerle a la mujer la mirada con determinación, hasta notarle en los ojos como si algo se aflojara, venciéndose al fin, decantándose tras tanta lucha -tras tanta lucha consigo misma- hacia la sorpresa en los labios de un sí...
Pequeño test psicoproyectivo: sed sinceros y decidme (deciros a vosotros mismos) si, en el primer golpe de vista a la imagen que acompaña a este breve, impúdico texto habéis visto un bello escote de mujer o un libro mostrando las vergüenzas (sus páginas) al aire... Del resultado se colegirá qué predomina en vosotros: el letraherido o, ejem, "el otro" ;-P
ResponderEliminarApunta una a escote, pero en mi caso no tiene mcho mérito porque soy un depravado :P
ResponderEliminarEl arriba firmante también debe ser un depravado, infiero. Es más, creo que las características dominantes de letraherido y depravado se dan la mano. Vamos, que son consustanciales, para entendernos.
ResponderEliminarMe sumo a la pandilla de pervertidos con aspiraciones literarias. No sólo veo un escote, hasta me imagino a la mujer que hay detrás. ¡Con lo que hemos sido! ¡Juas, juas, juas!
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