Retomo Oporto donde la dejé: en la melancolía de una noche en un café con piano, que bien podría ser aquella otra, agosto de 2009, en este mismo café, conmigo renuente a partir tras ocupar las últimas, dulces horas en sembrar la ciudad de palabras, acunado en una saudade que brotaba a zarcillos de la tierra bajo mis pies para atarme y decirme "has encontrado tu lugar: ahora nos perteneces"...
Al día siguiente caigo en la cuenta: me estoy siguiendo los pasos a mí mismo (a aquel otro yo de hace dos años), visitando los mismos lugares, comiendo en los mismos restaurantes, aun haciendo las mismas fotos... Y me pregunto si tan poco he cambiado desde entonces, o si quizá, al repetir los gestos de antaño, no estaré intentando invocar a alguna suerte de deidad del Tiempo y dar marcha atrás al reloj (en ese caso, pienso enseguida, es demasiado tarde: en aquel entonces, y por apenas escasos días de diferencia, ya la amaba...)
El último día intento no sucumbir a la tentación de escribir; una batalla perdida, en este viaje tan desesperadamente grafómano. Pienso entonces (y no me gusta pensarlo) que lo que más me importa en el mundo es la escritura, y que, aunque ésta pueda contener y reflejar al mundo, no es el mundo, no lo sustituye, por mucha tinta que gastemos en el empeño. Pienso también en algo que me falta respecto a otros viajes: la sensación de lejanía, de distancia, que tantas veces me ha hecho añorar terriblemente a mis allegados y enviarles tremebundos mensajes llenos de anhelo... Me siento en cambio "cerca", "no-fuera"; quizá sea que la escritura (esta voz en off que me narra y narra el mundo para mí) es mi centro, y, mientras no lo abandone, mientras camine de su mano, no pierdo nunca el norte...
(Pero, si necesito esa narración interior -caigo enseguida en la cuenta- es precisamente porque me falta la narración externa que leer en los ojos de la otra persona, esa que decidiera acompañarme en la vida contándome desde fuera... Y me pregunto -una pregunta más, en este viaje lleno de interrogantes- cómo sería esa narración a dos voces, si ambas discreparían más de lo que coincidieran, si el tema fundamental sería yo, ella, o ese constructo impensable a día de hoy que podríamos llamar "nosotros"...)
(Y sé que este sueño ha de acabar, mañana mismo; que tendré que devolverle a ella la imagen que le he tomado prestada para albergar mi ensoñación amorosa y no venir solo a este viaje... ¿Podré hacer, a la vuelta, un uso responsable de mis fantasías? ¿Distinguiré o querré distinguir -o me importará algún día la diferencia- entre realidad y ficción?... )
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