
Una literatura de los objetos, los lugares, los personajes o su promesa; pero no de las historias, sino, como mucho, de los escenarios (los espacios que contienen la posibilidad de una historia) o las situaciones (la mezcla entre escenario y personajes, aún en estado de germen). La historia, más allá de su atisbo, una vez desarrollada, sólo estropea la potencialidad, la libertad absoluta del objeto para sugerir mil caminos; es esa sensación de libertad y posibilidad infinita lo que yo busco, ese momento casi místico en que la realidad ofrece la vía de escape perfecta, de la tiranía de la circunstancia y lo concreto (¿el presente?) hacia la inmortalidad de lo eternamente indefinido, ámbito de todas las historias posibles.