domingo, 12 de septiembre de 2010

Expectación

La eterna expectativa, encarnada en los edificios, las calles de siempre. Blindada en cierto modo a las decepciones, porque hay algo en el escenario urbano que sobrevive al casi siempre difamante peso de la experiencia; algo puro, como una fuente inagotable de potencialidad de la que aprendimos a beber de niños, y que nunca ha dejado de manar desde entonces (poco importa que la vida apenas haya cumplido sus promesas). Todo niño (todo niño triste y solitario) debería crecer en una ciudad, mirar su rostro en los charcos de lluvia de la infancia, pasear los parques abandonados al caer la tarde, medirse con los edificios impasibles al paso de las personas, de las generaciones que desfilan bajo su lento, eterno escrutinio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario