Una colección de minúsculos extrañamientos, epifanías de bolsillo, miradas al paso con las que el pensamiento avanza, quizá a ninguna parte, encerrado en el laberinto interior de una polisemia: curioso pensar, este pensar curioso...
sábado, 20 de noviembre de 2010
El hombre aplazado
Para el hombre aplazado, la mayoría de los hechos "biológicos" pasan inadvertidos; sólo los de sus seres queridos, necesariamente cercanos, tienen el peso suficiente para sacarlo brevemente de su ensimismamiento: los aún escasos matrimonios de los amigos, la maternidad de una hermana unos años mayor, ver envejecer a sus padres. Para el hombre aplazado, los hechos significativos de la vida, los que marcan legítimamente su biografía, son de otra índole: amores truncados antes de nacer, viajes a lejanas patrias de la tristeza, novelas escritas de cabo a rabo en la mente que algún día, si consigue vencer la pereza, se propondrá transcribir al papel... Hitos de una vida que ignora al reloj, cuando no lo desafía abiertamente, y que a veces, sólo a veces, parecen desvanecerse en la nada cuando algún hecho biológico -por ejemplo, la presencia ya acostumbrada de ese milagro de todos los días que es su sobrino- le despierta de su ensimismamiento para hacerle consciente de que el reloj, lo mire o no, sigue corriendo; y queda aún tanto por hacer...
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Otra perla. Ponte con las doscientas páginas de una p... vez. Tienes mucho talento.
ResponderEliminarLo mismo digo. No sigas aplazando lo inaplazable, hombre aplazado.
ResponderEliminarHabrá que desaplazarse, pues... O pedir un crédito (de tiempo) a pagar en cómodos plazos...
ResponderEliminar¡¡¡Desplácese!!!
ResponderEliminarMuy buena. Esta entrada la podría haber firmado yo, ya que también me considero un "hombre aplazado". Sigue así, amigo. Enhorabuena.
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