Curioso constatar cómo ciertas noches, amparados en la cómoda distancia de lo virtual, nos lanzamos a cercar con palabras a quien luego, a la cara, apenas podremos mirar de reojo con timidez; palabras ávidas, que difícilmente pueden ocultar el deseo que las desborda, que intentan salvar el abismo de pudores que la presencia física despierta, que tratan de ser transparentes y a la vez, por si acaso (ese por si acaso que ellas siempre notan, y que tantas veces acaba decidiendo el destino de una historia), se visten de sutilezas para poder, en el peor de los casos, retirarse de nuevo a la distancia de seguridad... Cuánta osadía encierran esas palabras, cuánta cobardía lamentable; y al otro lado, quizá, una mujer esperando un gesto, y que esta vez no sea un gesto de la mano sobre el papel...
La habilidad que exhibe J.A. para describirse es inversamente proporcional a su propósito de enmienda (dicho sea desde el cariño y la identificación de quien -acaso- se encuentra en similar tesitura).
ResponderEliminarCorrecto.
ResponderEliminarMe encanta la entrada Antuan, tienes el don de llegar a la zona mas sensible de las emociones. No se si pueda seguir tu blog...
ResponderEliminarSigue leyendo, R, y gracias por tu comentario. Intentaré seguir llegándote, a ti y al resto de lectores, a esa zona sensible...
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