Calidez, no propiamente compasión, por el personaje que, a raíz de no haber vivido aún tantas cosas preciosas de la vida, se siente privilegiado por el hecho insólito a estas alturas de poder aún vivirlas por primera vez... O, al menos, por poder seguir soñándolas en su forma más pura, no tocadas aún por la experiencia que, todo a su alrededor, parece incomprensiblemente apagar las miradas y nublar el tacto de sus contemporáneos... El amor antes del amor, no tocado por el amor, puro e incorrupto; el amor de los enamorados del amor, renovado en cada cuerpo susceptible de ser amado que se ofrece a la mirada como recipiente vacío y perfecto de un deseo nunca satisfecho, imposible de satisfacer...
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