Curioso pensar, en ciertos momentos: “ahora es cuando los focos dejan de alumbrar una historia, pero la historia sigue, y a mí me toca seguir viviéndola”. Cuando el conflicto ya se ha escenificado, agotando su fuerza dramática (ese momento en que el conflicto es una fuerza y un motor creativo, productor de epifanías) sólo queda el laberinto interior, el desganado recorrerse por caminos viciados, estériles, donde nada se clarifica y todo se embrolla eternamente…
Ahora es cuando empieza de nuevo la vida. Cuando puedes volver a inventarte de nuevo, ser quien quieras ser. Cuando el mundo te muestra todas sus opciones. Cuando eres libre para ser, sentir, escoger, vivir..... Que únicamente seamos prisioneros, de nuestros propios sentimientos ... o no ???
ResponderEliminarToda pérdida (y más una pérdida sentimental) conlleva, efectivamente, esa sensación embriagadora de recuperar la libertad: perdida la persona amada (frecuentemente en contra de tu voluntad) tienes que aferrarte desesperadamente a todo lo demás, todo lo que no es ella... En esos momentos, el mundo brilla prometedor y lleno de posibilidades. Tendríamos que provocarnos una pérdida, siquiera pequeña, de vez en cuando, para volver a vivir en un mundo nuevo cada vez... Pero claro, están los otros, y nuestro compromiso con ellos.
ResponderEliminarTampoco estaría mal ganar de vez en cuando. No todo va a ser la derrota... y sus múltiples maneras de contarla.
ResponderEliminarMejor no... no estamos acostumbrados, y no sabríamos qué hacer con tan insólita victoria. Igual hasta se nos acababa la escritura y todo... Y, claro está, no nos podemos permitir tales lujos. Para qué triunfar, si no se puede contar (es decir, sí, agotado el conflicto, no queda nada interesante que llevar al papel... y, además, tenemos las manos ocupadas en mejores menesteres ;-)
ResponderEliminarDemasiadas veces vivido... demasiadas...
ResponderEliminarBueno, no fustigarse, no era mi intención...
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