sábado, 5 de marzo de 2011

"El ladrón de chicles" (Douglas Coupland)

El malestar en la Generación X...

Hace unos años, caí en la cuenta de que todo el mundo a partir de una cierta edad sueña más o menos constantemente con una vía de escape a su vida. Ya no quieren ser los mismos. Quieren largarse. Esta lista incluye a Thurston Howell III, Ann-Margret, el elenco de Rent, Václav Havel, los astronautas del Space Shuttle y Snuffleupagus. Es algo universal.

¿Quieres largarte? ¿A menudo piensas que ojalá pudieras ser alguien, quienquiera que sea, diferente de quien eres? -¿esa persona que tiene trabajo y mantiene a la familia? ¿Esa persona que vive en una casa relativamente digna y que aún se esfuerza por mantener sus amistades?-. En otras palabras, esa persona que eres tú y que se va a quedar más o menos como está hasta que estire la pata.

No hay nada de malo en aceptar que yo soy yo o que tú eres tú. Y al final, la vida se hace bastante llevadera, ¿no es así? Bueno, ya me las arreglaré. Eso decimos todos. No te preocupes por mí. A lo mejor me emborracho o me pongo a hacer compras en eBay a las once de la noche y quizá me compre todo tipo de tonterías por las que ni siquiera me acordaré que he pujado a la mañana siguiente, como una bolsa de cinco kilos de monedas del mundo o una cinta pirata de Joni Mitchell actuando en el Calgary Saddledome en 1981.

He usado la expresión "de una cierta edad". Con ello me refiero a la edad que la gente tiene en mente. Suele ser treinta o treinta y cuatro años. Nadie tiene una edad mental de cuarenta. Por lo que respecta a la edad interior, los pelos de la barbilla y las marcas de la vejez no quieren decir nada.

(......)

¿Parezco un quejica?

Vale, quizá un poco.

2 comentarios:

  1. En los momentos que yo llamo "gravedad cero", tener un buen libro que te "amarre", ayuda a mantener el campamento base a salvo.
    Poco más que añadir...

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  2. Yo hablaría de la catarsis (por muy pueril que parezca a estas alturas) de ver reflejado tan crudamente lo que le roe a uno las entrañas... En tantos libros que muestran arranques inspirados como éste, entra uno con la ilusión de acabar entendiendo algo sobre sí mismo y de recabar alguna que otra respuesta... El primer objetivo se suele cumplir; el segundo, he descubierto con el tiempo, es imposible... El mérito de esos libros, el techo al que pueden aspirar, es el de ayudar a comprender, y plantear inteligentemente las mismas preguntas en las que uno agota su vida...

    Gela, pese a que no quieras añadir más, me gustaría saber de tus momentos de gravedad cero; hacia qué cielos flotas, y si realmente es preferible, en esos casos, amarrarte a la realidad.

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