lunes, 13 de septiembre de 2010

El cuarto de juegos


El niño posee el mundo de otra manera, con naturalidad, a través de su mirada curiosa. Aún no es nadie, así que puede ser cualquiera, proyectándose vívidamente hacia personas reales o imaginarias (yo elegía invariablemente, aun en aquel momento tan temprano de la vida, al compañero del héroe, un personaje siempre en segundo plano, lo que sin duda es significativo). El mundo para el niño está lleno de grandes espacios en blanco, lugares y ámbitos desconocidos, que se despliegan en su fértil imaginación enseñándole el poder de lo potencial. El niño se lleva el mundo a su cuarto de juegos, lejos aún del tiempo en que deberá abandonar el cuarto de juegos si quiere salir al mundo (y ésta es la ruptura realmente dolorosa, la que marca el fin de la infancia -se produzca a la edad que se produzca- y la pérdida definitiva del paraíso).

2 comentarios:

  1. Hay una manera de recuperar el jugueteo de forma justificada: la escritura. Para escribir necesitas volver al "cuarto de juegos" de tu cabeza y trastear con todo lo que allí encuentres. El acto de escribir es una forma de recuperar el juego infantil. Y está claro que al niño hay que mantenerlo vivo. Cuando el niño empieza a asfixiarse, la vida se hace impracticable.

    Pero, ¿qué os voy a decir a vosotros? Sólo puedo invitaros a que sigamos jugando/escribiendo...

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  2. Completamente de acuerdo (me gusta eso de "cuando el niño empieza a asfixiarse, la vida se hace impracticable").

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