viernes, 17 de diciembre de 2010

Romeo posmoderno (Deseo, 7)


El Romeo posmoderno persigue a su Julieta por todos los rincones del espacio virtual; sigue su rastro a lo largo de interminables, laberínticos túneles hechos de fibra óptica, desgranando palabras de amor en cada pantalla al paso de ella como si fueran balcones donde cantar una serenata a su belleza inconmovible... Este Romeo, quizá para su desgracia, tiene poco del ADN efervescente y algo luciferino de su gran rival literario en cuestiones de amor, el más carnal Casanova; nuestro héroe romántico prefiere, en cambio, manosear a su amada -siempre platónica- en fantasías y quimeras escenificadas meticulosamente en el teatro de su mente, con tal grado de detalle que parece increíble que, al final de la representación, Julieta -la Julieta real, dondequiera que se encuentre- no prorrumpa en aplausos, que permanezca ignorante de la pasión que ha provocado y no caiga, al fin, rendida ante tanto amor.

Y es que las palabras, para este Romeo tan lamentablemente posmoderno, son lo mismo que la realidad; en consecuencia, su adoración debería hallar eco en la de ella, sólo por expresarse en tan bellos términos. Así, demasiadas veces se confiará al azar la ingrata labor de mensajero o correveydile, declamando palabras de amor a los vientos virtuales con la esperanza de que las lleven, convenientemente empaquetadas en bits, a los ojos entrecerrados de hastío (quizá de impaciencia) de su destinataria al otro lado del ADSL. Y así nos luce el pelo...

Si -incomprensible, inexplicablemente- nada de todo ello conmueve a Julieta, este Romeo lite sabe que le queda el recurso a recogerse y guarecer su derrota -su eterna, doliente retirada- bajo la conveniente inmaterialidad de un alias, al que culpar de los peores excesos de un amor que, a la luz del día, en el manido ámbito de una oficina, parecerá, apenas, literatura. Pues tal es la esquizofrenia que los tiempos permiten a estos Romeos de medio pelo, incapaces de suscribir con su mano derecha, funcionarial y práctica, los versos que la mano izquierda escribió arrebatada en la noche. Una sonrisa construida con signos tipográficos sustituirá en la pantalla a la que la vergüenza pinta en el rostro de Romeo, y todo el drama y la tragedia quedará, felizmente, periclitado, merced a la bendita Posmodernidad-que-todo-lo-puede.

Amén.

(Pero también puede suceder que este Romeo se encuentre con una Julieta unplugged, inaccesible por tanto a sus arrebatos de pasión estrictamente telemáticos... Con lo cual, haciendo de tripas corazón, poniéndose el mono de faena, le tocará aprender la más dura y provechosa lección: para amar a una mujer real, hay que hacerse real uno mismo... Próximamente en su serial Deseo...)

7 comentarios:

  1. No sé..., no sé amigo Julio si esta línea es la buena. Quizás sobre un escenario más amplio, el fragmento podría coger mayor vuelo. En fin, si se me ocurre algo más concreto te lo escribo.

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  2. Le he hecho una buena corrección, y sin embargo no termina de decir lo que yo quería... Es complicado, pero casi lo prefiero así. A veces, es mejor no ser demasiado claro.

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  3. No ser claro no es algo mejor, es algo necesario. Y esta vez no hablo de literatura, sino en la vida ¿real? Ser claro es simplificar: hay que ser oscuro porque la realidad siempre es más complicada que nuestra visión de túnel.

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  4. Será por lo mucho que hemos hablado en los últimos meses, pero para mí este fragmento está clarísimo. Siempre un placer leerte, compadre.

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  5. Julio, ¿estás ahí, Julio? ¡Vuelve en ti, muchacho! Necesitamos al otro Julio, el que había por aquí antes de entregarse a la más terrible de las quimeras. El Julio viajero, nostálgico, atribulado pero firme en su posmodernidad, que no cedía (apenas) ante la tentación de su demonio tutelar.
    Lástima, tan letraherido como él era, y tan entero...

    PD: ¿periclitado? eso debe de doler.

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  6. Agus, si no querías caldo toma dos tazas... De todas formas, para todos los nostálgicos del "antiguo" Julio, hay una entrada a la que habeis hecho caso omiso (se publicó un poco de tapadillo), y que creo recupera todo el sabor de antes-de-la-terrible-quimera... Se llama "Huérfano (Viajar, 11)", y languidece a la espera de vuestros comentarios...

    Javi, hermano, cómo echo de menos tenerte en la misma ciudad, para seguir compartiendo estos temas en conversaciones que pueden -y deben- durar hasta las tantas de la madrugada... Un abrazo.

    P.D.: Joder con mis amigos... ¿Qué pasa, que queréis verme siempre triste? ¡¡Estoy enamorado!! Dadme un respiro...

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