Imagina que toda tu tristeza -la que has amasado avariciosamente durante tantos años de decepciones y fracasos- se fuera a vivir a otro país; ¿cuál sería éste? ¿Qué relación te ataría a ese país? ¿Serías capaz de visitarlo y dejar allí tu tristeza olvidada, como quien olvida un abrigo en cualquier parte, cuando ya no hace frío?
Preferiría no tener que dejar la tristeza olvidada en ningún sitio; adolecería entonces de un viajar topofóbico. Sería mejor aprender de una vez a vivir con ella, y seguir viajando por filotipia. Pero, bueno, respondiendo a la encuesta, dejaría mi tristeza en el Preikestolen en Noruega, las dunas de Merzouga en Marruecos o en los bosques infinitos del Pirineo. Pero esos son malos sitios; sin duda volvería a por ella.
ResponderEliminarMe apunto esos sitios. Estaría bien compilarlos y escribir una Guía del viajar triste, o algo similar. Yo también volvería siempre a por un poco más de tristeza, o a por un sitio donde mi tristeza halle acomodo natural. La gente no suele entenderlo, pero oye, y lo que disfruta uno...
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