Siempre el problema, siempre la necesidad de definición, el empeño en describir en qué punto exacto de los ejes x e y se encuentra uno (y al pasear, con la ciudad de fondo, ese punto se va desplazando continuamente, a golpe de sucesivas epifanías... pues sólo en movimiento es posible comprender, siquiera fugazmente, una realidad siempre cambiante). Un baile constante con el mundo, una partida de ajedrez entre el mundo y uno, buscando poner en jaque alguna certeza.
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