martes, 26 de octubre de 2010

Espacio profundo


La escenografía de la nave espacial; hábitats artificiales hechos para contener la vida, para dar apariencia de cotidianidad en el entorno más hostil y apartado imaginable, para tratar de hacer olvidar que se está tan lejos, tan fuera... Algo falla en ellos, algo esencial; cada tornillo y cada placa, cada acolchado y cada cromo parecen proclamar a los cuatro vientos (a los vientos del espacio) su condición de incorrectos, inadecuados, su renuencia a estar ahí, tan fuera de lugar, donde no debería alcanzar la vida, donde sólo puede morar el vacío. Los gestos se tuercen instintivamente, las sonrisas siempre parecen forzadas, y las neurosis campan a sus anchas por mentes ensimismadas, que callan las imágenes que empiezan a poblar sus pesadillas en la noche eterna del espacio...

2 comentarios:

  1. ¡Ah, la nave espacial, una de mis quimeras tecnofantásticas favoritas!

    En este post se cruza tu universo personal con el mío y se saludan amablemente.

    Daría lo que fuera por un relato tuyo, aunque sólo fuese de dos páginas, ambientado en una nave espacial...

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  2. De hecho, elegí esta anotación en concreto tras leer tu relato del templario espacial. Haces ahí una alusión a luces titilantes en los pasillos de la nave que me recordó esta nota (y lo que hay detrás de ella, el sentimiento de incomodidad que me producen siempre, en cualquier película, las visiones interiores de habitáculos espaciales). Creo que cuando la escribí estaba leyendo Quemando cromo, de Gibson, que tiene un par de relatos espléndidos ambientados en una nave espacial.

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