miércoles, 6 de octubre de 2010

Viajar, 2


El viajero expansivo, progre, de aspiraciones moderadamente intelectuales, coleccionista ya no de fotografías (qué puerilidad), sino de experiencias... Me molesta su arrogancia, su pretenciosidad, su nada disimulado -herencia biológica- afán de conquista... Cree poseer la ciudad visitada, tras cuya rendición bajo su suela, polvorienta de tantos países, puede añadir tres o cuatro nombres al grueso directorio, profusamente ilustrado, que registra su estulticia internacional, su disparatado revoloteo de mosca sobre un atlas de colorines...


(En cambio, viajar con el rostro embozado, con la ropa indistinta; mezclarse al paso con las personas que habitan, que sufren la ciudad elegida (¿elegida?), procurando no entonar una sola nota discordante, no interrumpir el ensimismado ser y habitar de las gentes al paso... Hermanarse con ellas, calladamente hermanarse en lo común, en la condición de ciudadano, esto es, de víctima de la ciudad omnipresente, esa Ciudad Única que nos resume a todos, por cuyas calles desfilamos como sombras indiferentes e intercambiables, aquí y allá. Viajar, así, para rendir culto en otras latitudes a ese mito que resume al hombre de este tiempo, para el que existir es sinónimo de habitar, y cuya naturaleza es ya, irreversiblemente, la de un animal urbano.

Amén)

3 comentarios:

  1. Formalmente impecables. Pero -se veía venir- el alma de estos fragmentos tienes que dársela tú. Se te tiene que entrever tras la pulcritud estilística. El Golem no es más que una figura de barro si sobre él no escribimos las palabras que dan la vida.

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  2. Bien, esto ya debo interpretarlo como el primer aviso al torero de que o se pone las pilas o se queda sin rematar la faena... O una advertencia del árbitro previa a la primera tarjeta amarilla, cuando todavía cree que el partido no se le va a ir de las manos... ;-P

    Bromas aparte, yo pensaba que me estaba mostrando lo suficiente. Quizá sea que, y en esto coincido con José Luis, mis emociones suelen ser bastante intelectuales (al menos, aquellas sobre las que escribo). No es habitual en mí el descarnamiento de Fragmentos 3, lo siento.

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  3. Pues entonces sé fiel a ti mismo. Yo pido al escritor más carnalidad; necesito tocar, oler, ir a su lado en la experimentación. Pero tú no eres un escritor por encargo, escribes para el mundo. Si ese eres tú, ese será al que hay que leer.

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