jueves, 28 de octubre de 2010

Pequeños actos de terrorismo

La identidad se graba en los nervios, se articula en el vuelo furioso de las extremidades, se reafirma y perpetúa en el movimiento constante (las piernas recuerdan quién es uno mejor que uno mismo, llevándole como sobre raíles por los escenarios recurrentes donde transcurre su vida)... Pequeños actos de terrorismo íntimo debilitan ese edificio demasiado sólido, planteando la duda de si uno es realmente uno; cosas como detenerse y mirar alrededor, asomarse a un escote prominente que nos habla de la desmesura original del deseo, preguntarse constantemente "qué pasaría si", jugar a habitar una ciudad ajena difuminando la propia en la mirada...

6 comentarios:

  1. He decidido darle un poco de marcha al blog, usando la campaña de marketing más antigua del mundo... Jejeje, nah, es broma, pero estoy seguro, no sé por qué, de que con esta entrada he conseguido vuestra atención, y presiento que escalará rápido entre las más vistas... Ahora, si podeis, me comentais el texto...

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  2. ¿No podemos comentar la foto..........? Me inspira más que el texto (con todos mis respetos, por supuesto)

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  3. Está bien, comentaré algo del texto... no puedo... me paso el rato haciendo scroll con la ruedecita del ratón....

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  4. Los dos (o los cuatro) que escribimos hemos sucumbido a esta debilidad, creando otras identidades tras las que escondernos para poder mirar, sin tapujos, esos escotes prominentes, esa rodilla asomando por debajo de la falda, esos labios que te hacen pensar por qué no besarlos y ser ese otro, aunque sólo sea por un instante fugaz e irrepetible

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  5. No vale poner este tipo de imágenes en el blog. Desconcentran de la lectura (un poco).

    Respecto a la entrada, estoy de acuerdo con Nowell: los que escribimos hemos caído miles de veces en la tentación de ser otros. Esos pequeños actos de terrorismo literario son los que hacen volar la imaginación, los que nos sacan de un convencionalismo que, en caso de ser la única opción, nos mataría espiritualmente.

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  6. Os aseguro a los dos (o a los cuatro) que si pones en Google Images "desmesura original del deseo" sale esta foto... Nah, esto también es broma. Reconozco el factor de dispersión que produce ese corte lateral de un escote minúsculo (tipo "hilo dental"), a mí mismo me cuesta concentrarme en el texto... Pero al menos es una foto artística, y si se trataba de hablar de la desmesura original del deseo, desde luego refleja perfectamente ese concepto.

    ¿Soñarse otro para amar a la mujer fuera de alcance? Me recuerda a otra entrada en la que invocaba a una máquina del tiempo en forma de fotografía para conocer a la mujer a la que amaría años después, y así "reparar" un pasado en el que lamentablemente ignoré su presencia tan cercana. También me recuerda un poco a "La invención de Morel", la bellísima nouvelle de Bioy Casares donde... no lo desvelaré, ya que intuyo que el señor Nowell aún no ha leído esa novela (que desde ya le recomiendo encarecidamente; además, siendo Bioy un anglófilo como su amigo Borges, imita modelos de la narrativa británica de finales del XIX -sobre todo, Stevenson-, lo que creo le hará más atractiva su lectura...)

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